Ermanno Olmi despide el 2019 en el CICCA

La Asociación de cine Vértigo dedica el mes de diciembre, en el CICCA de Las Palmas de Gran Canaria, al director y guionista, con el ciclo ‘Ermanno Olmi: la mística de lo humano’. El cineasta, uno de los autores más imprevisibles del cine italiano, portador de la memoria de ese momento clave, situado en la década de los 60, en que la herencia neorrealista se transformó, definitivamente, en otra cosa sobre el telón de fondo de la edad de oro de las poéticas de autor.

Los títulos seleccionados y sus fechas de proyección, en horario de 18:30 horas y con entrada libre, son:

  • “El tiempo se ha detenido” de Ermanno Olmi, 1959. (Lunes 9 diciembre)

  • “El árbol de los zuecos” de Ermanno Olmi, 1978. (Lunes 16 diciembre)

  • “Volverán los prados” de Ermanno Olmi, 2014. (Lunes 23 diciembre)

Ermanno Olmi dirigiendo una escena del filme ‘El empleo’ (1961). Foto: Cineteca de Milán.

Ermanno Olmi: la mística de lo humano

Tras la muerte de Ermanno Olmi en mayo de 2018, los periódicos ensalzaron su sereno humanismo y su mirada poética. Eran los mismos periódicos que le olvidaron durante años, cuando parecía haber pasado de moda y sufría para estrenar fuera de Italia.

Olmi nació en Bérgamo en julio de 1931. Su familia, profundamente católica, colapsó tras morir el padre en la guerra. La madre se marchó a Milán para trabajar en Edison-Volta, y viendo que aquella empresa eléctrica producía documentales promocionales, consiguió que contrataran a Ermanno, estudiante en la Academia de Arte Dramático. En aquella inesperada escuela práctica rodaría Olmi más de cuarenta documentales entre 1953 y 1961, además, su primer largometraje, El tiempo se ha detenido (1959), una oda a la amistad entre un vigilante, anclado en un remoto puesto de alta montaña, y un estudiante que acude a acompañarle. De apariencia liviana, dio a conocer la gran habilidad de Olmi para tejer historias humanistas, con personajes siempre en conexión con la naturaleza.

La repercusión de ese trabajo le permitió filmar sin descanso, alternando la televisión con proyectos personales como El trabajo (1961), que lo ubicaron como heredero de la mística humanista neorrealista y le introdujeron en los grandes festivales. Con El árbol de los zuecos (1976) recibió la Palma de Oro de Cannes, siendo para la crítica su obra maestra y en la que con mayor brillantez maneja su interés por la gente humilde. Olmi recurrió para este trabajo a los recuerdos de su abuela, para enhebrar un delicado retrato de los campesinos de Bérgamo de finales del siglo XIX.

Ermanno Olmi en un momento del rodaje de Torneranno i prati (2014)

Tras ese trabajo, Olmi era ya un autor consagrado, pero sus proyectos posteriores no encontraron el mismo eco. Una grave enfermedad ralentizó su carrera hasta que Venecia premió Larga vida a la señora (1987) y La leyenda del santo bebedor (1988). A partir de aquí frecuentó a estrellas (Paul Scofield, Michael Lonsdale), codirigió junto a grandes del cine (Abbas Kiarostami, Claire Dennis) y encabezó notables maquinarias de producción, como La Biblia: Génesis (1994) o su último largo de ficción, Torneranno i prati (2014), retrato de un grupo de soldados italianos durante la Gran Guerra, aislados en un enclave de montaña. No deja de ser paradójico que Olmi dijera adiós a la ficción en un espacio nevado, como el de su debut, y en el que el aislamiento deviene nuevamente en punto de encuentro espiritual con la naturaleza.