Hallyu o 'La ola coreana' es el término de origen chino que define el fenómeno de la visibilidad internacional de la cultura coreana que se ha ido desenvolviendo desde mediados de los años noventa, al principio únicamente limitado a los países del entorno asiático (China, Japón, Taiwan, Vietnam), pero desde principios del siglo XXI también extendido a los países occidentales de Norte y Sudamérica y Europa. La 'ola coreana' se manifiesta, principalmente, a través de la expansión e internacionalización de varias formas mediáticas de la reciente cultura popular coreana, desde las series televisivas (K-drama) a la música (K-pop), pero también incluye el cine y otras formas televisivas, musicales y de otro tipo, como la comida, la moda (K-style, K-beauty), etc., hasta el punto de que hoy estaríamos ante una versión Hallyu 4.0.

Esta 'ola coreana' es una operación colaborativa, institucional y privada, muy exitosa y a gran escala, de exportación de productos culturales nacionales dirigida al mercado internacional globalizado, que tiene lugar en paralelo al enorme desarrollo y progresiva importancia económica del propio país en el plano internacional. Un proceso, conocido como el “Milagro del Río Han”, que lo ha llevado a ocupar en la actualidad el décimo lugar entre los países con mayor PIB del mundo. Una operación que, junto con el auge político y económico chino, da buena cuenta del cambio de paradigma y el giro hacia el espacio Asia-Pacífico en el que nos encontramos inmersos hoy en día.

A su vez, la 'ola coreana' no se podría entender sin la dimensión nacional o el éxito local que tiene el modelo dentro de sus propias fronteras. Si nos centramos solo en el ámbito cinematográfico, tenemos que la industria cinematográfica surcoreana resulta enormemente potente, pues despliega unas cifras que no solo se apoyan en la exportación, sino en un público tremendamente receptivo, que es la envidia de otros muchos países del mundo.

Para muestra, un botón, en 2019 las películas nacionales ocuparon el 51% de todos los estrenos en los cines coreanos, ese año se exhibieron 502 films locales, mientras que se importaron 1.238 internacionales (abrumadoramente norteamericanos). Una parte importante del éxito se explica porque el gobierno protege decididamente la industria local, pues aplica una política que exige que cada pantalla del país exhiba cine coreano durante al menos 73 días al año. De hecho, cuatro de las películas más vistas en 2019 fueron surcoreanas, con varios títulos nacionales superando los diez millones de espectadores, entre ellos, Parásitos (Bong Joon-ho), que ocupó la quinta posición, el resto eran películas norteamericanas, todas de superhéroes y más dos de la factoría Disney. Esta tendencia permanece inmutable hasta el día de hoy, con la salvedad de que en el año de la pandemia del Covid19, el 2020, ascendieron a ocho las películas coreanas dentro de las diez más vistas.

Precisamente, salvo una, las películas seleccionadas para esta Muestra de cine coreano están realizadas en el mismo año 2019 en que Parásitos se alzó no solo con la Palma de oro en Cannes y luego con el Óscar a la Mejor película, dando lugar a un hito sin parangón. Y constituye un hito no solo por la singular coincidencia de criterios entre dos concepciones del cine aparentemente contrapuestas, Cannes y Hollywood (solo dos películas más se encuentran en esta categoría, la anterior fue Marty (Delbert Mann) de 1955, sino por el hecho de ser la primera película de habla no inglesa que recibe este premio hollywoodiense, lo cual la convierte de facto en la encarnación del reconocimiento global de la expansión e importancia internacional del cine coreano a nivel global, pero también -y sobre todo- en un símbolo, o el síntoma, de que estamos asistiendo a un posible cambio (o interferencia) en la centralidad del audiovisual global, que se corresponde con la reciente transformación y envergadura económico-política actual del área Asia-Pacífico.

Las cinco películas de esta Muestra constituyen un ejemplo de lo variado y prolífico de las propuestas cinematográficas del cine coreano actual, en esta ocasión escoradas mayoritariamente hacia la comedia dramática contemporánea, con la excepción del drama histórico The face reader (Gwansang).

En esta Semana asistiremos al debut en la dirección de Yong Soo y Kim Cho-hee, ambos con experiencia previa, el primero en la televisión y la segunda (la única directora de la muestra) como productora en diez films de Hong Sang-soo, más la segunda obra de Lim Dae-hyung, protagonizada por las conocidas Kim Hee-ae y Kim So-hye, y con la que clausuró el 24º Festival Internacional de Cine de Busan. Junto a las cintas de los exitosos y más experimentados, pues ambos comenzaron sus respectivas carreras en el año 2002, Lee Han y Han Jae-rim, que en The face reader cuenta con algunos de los rostros más famosos del cine coreano actual, el 'parásito' Song Kang-ho y el 'calamar' Lee Jung-jae. 

En esta Semana asistiremos al debut en la dirección de Yong Soo y Kim Cho-hee, ambos con experiencia previa, el primero en la televisión y la segunda (la única directora de la Muestra) como productora en diez filmes de Hong Sang-soo, más la segunda obra de Lim Dae-hyung, protagonizada por las conocidas Kim Hee-ae y Kim So-hye, y con la que se clausuró el 24º Festival Internacional de Cine de Busan. Junto a las cintas de los exitosos y más experimentados, pues ambos comenzaron sus respectivas carreras en el año 2002, Lee Han y Han Jae-rim, que en The face reader cuenta con algunos de los rostros más famosos del cine coreano actual, el 'parásito' Song Kang-ho y el 'calamar' Lee Jung-jae.