Hachas y hogueras históricas abren la nueva temporada en el CICCA

La Asociación de cine Vértigo estrena nueva temporada en el CICCA, con el ciclo de cine histórico ‘Hachas y hogueras’.

Los títulos seleccionados y sus fechas de proyección, durante el mes de noviembre, en horario de 18:30 horas y con entrada libre, son:

  • “Dies irae” de Carl Theodor Dreyer, 1943. (Lunes 4 noviembre)

  • “Un hombre para la eternidad” de Fred Zinnemann, 1966. (Lunes 11 noviembre)

  • “El último valle” de James Clavell, 1970. (Lunes 18 noviembre)

  • “Un asunto real” de Nikolaj Arcel, 2012. (Lunes 25 noviembre)

Fotograma de “Un hombre para la eternidad” de Fred Zinnemann (1966)

Hachas y hogueras

En sí mismo el cine es materia de la historia. Lo es como expresión de su constante evolución tecnológica, y ha sido el soporte del imparable crecimiento de la imagen hasta llegar al límite de la realidad virtual; también, lo es, en la medida en que cada creación cinematográfica, sea cual sea su calidad, nos da idea de un entorno cultural y social que, inevitablemente, refleja.

En un sentido más preciso, existe el cine "histórico" como género, por más que este ambiguo título englobe muestras dispares y, a veces, disparatadas. Bajo su amplio manto, pueden darse cita las clásicas megaproducciones de "romanos", en las que Hollywood expuso su peculiar sentido de la Historia, junto a iconos como La pasión de Juana de Arco de Dreyer, el Napoleón de Abel Gance o Guerra y Paz de Serguei Bondachurk, en las que se entrecruzan un acercamiento verosímil a los hechos y una rotunda impronta de director. Aparece también, entre otros modos, el cine de "hazañas bélicas”, el propagandístico y el político; al lado de biopics que oscilan del rigor a la hagiografía. En películas más cercanas, asistimos a una hibridación de géneros en las que podemos ver a Abraham Lincoln cazando vampiros, y a los amables protagonistas de “Orgullo y Prejuicio” en medio de una bacanal zombi.

Este ciclo se inscribe en lo histórico desde otra mirada. En un amplio arco temporal que va desde la primera mitad del siglo XVI hasta las puertas de la Revolución Francesa, con el antecedente de la Ilustración, podemos tener una panorámica del tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna, con sus hijuelas políticas, sociales y religiosas. Se echan así los cimientos de una nueva individualidad, en cuya búsqueda, interrogantes y represiones se atisban rasgos de las sociedades contemporáneas. Las relaciones entre el poder y la religión; la continuidad de la intolerancia ─concepto cardinal─ en las sociedades surgidas de la Reforma, o confrontadas o redefinidas contra ella; la eclosión de un individualismo que cabalga entre la angustia y la libertad; la persecución de la llamada brujería, sometida hoy a una profunda revisión interpretativa; o la conversión de lo que se percibió en el siglo XVI como avance, en un poder reaccionario opuesto a la Ilustración, van a desfilar ante nuestros ojos en una miscelánea de importante calado reflexivo.

Ciclo, finalmente, que por encima de todo es cine. En él veremos grandes directores, guionistas notables, bandas sonoras de calidad, puestas en escena y ambientaciones exquisitas e interpretaciones inolvidables.

A la postre, esa difícil síntesis en la que un lenguaje y sus medios se unen y ponen al servicio de muchos de los grandes temas que acompañan el curso del alma humana y que, con apariencias cambiantes, los encontramos en nuestra angustiante actualidad.