18ª Semana de cine japonés

Cartel, diseñado por José Manuel Ramírez

La Semana de cine japonés es la actividad de divulgación de la cultura japonesa más asentada en Las Palmas de Gran Canaria. En este año gira en torno al tema ‘Japonaiseries. Sueños de Occidente’.

La 18ª edición de la Semana de cine japonés de Las Palmas de Gran Canaria, cuenta, un año más, con la colaboración de la Casa de Colón, Cabildo de Gran Canaria, donde se celebrará entre el 27 y el 31 de julio de 2020, y el patrocinio de la Fundación Japón.

La primera jornada arrancará, a las 18:30 horas, con la conferencia «El camino a Rashōmon: la influencia del Japonismo en los orígenes del cine» que impartirá Aythami Ramos, crítico cinematográfico, escritor y Máster Universitario en Teoría e Historia de la Arquitectura por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona – Universitat Politécnica de Catalunya. Las proyecciones, de carácter gratuito con inscripción (aforo limitado), tendrán lugar, de lunes a viernes, a las 19:30 horas, y serán presentadas por el propio arquitecto.

Para más información consulta o descarga el Programa completo: [pdf]

Enunciado como sinónimo de “vulgaridad” por autores como Champfleury, el término japonaiserie (japonería) sustantivó los artículos importados a Francia desde Hakodate, Yokohama y Nagasaki tras la firma de los tratados Ansei de 1859, antes de ser empleado por los valedores del japonismo para identificar los objetos artísticos y decorativos que reproducían motivos y temas comunes de la estética nipona, diferenciándolos de aquellos más elevados que se dejaban inspirar únicamente por su esencia. El auge de esta corriente en Europa y América durante la segunda mitad del siglo XIX y primeros años del XX –favorecido por el comercio global, el coleccionismo burgués y la popularización de la cultura japonesa a través de las publicaciones impresas y las grandes exposiciones universales– tendría un efecto perdurable en la evolución moderna de antiguas disciplinas como la pintura, la literatura, la arquitectura y la música. Pero también en el desarrollo de nuevas formas artísticas como la fotografía y el cine, cuya mirada, aún inexperta, se sumergiría con fascinación en el ambiente íntimo y sensual de la mujer japonesa, transfigurada en geisha por una imaginación popular imbuida de las estampas bijin-ga y las lejanas crónicas del Yoshiwara. Desde entonces, la fantasía de Japón ha seguido nutriendo los deseos del observador distante con imágenes cargadas de erotismo y extrañamiento. Destellos de una realidad “otra” cuya ficción dibuja con sus signos vacíos los sueños exóticos de Occidente. (A.R.)